sábado

Tenga usted amigos para esto

Madrid 3 de diciembre de 2005

Qué decepción, querido F.B.

Yo, que te tenía por el mejor de los amigos, vas y me suplantas, aunque solo sea con tus iniciales, en estos quince minutos de fama que el destino me tenía preparados... ¿Cómo? ¿Que lo has hecho para dificultar aún más mi identificación? ¡Tú si que eres un amigo, ven a mis brazos!(...)

Enhorabuena a todos, porque desde luego no he sido yo solo el que ha conseguido que aparezcamos en las páginas de El País.


F.P.


'Ekin' y 'polis'
VICENTE MOLINA FOIX
EL PAÍS - 02-12-2005

La Casa de Campo se ha puesto perdida. Ahora que el Ayuntamiento estaba empezando a erradicar concienzudamente a las prostitutas del parque, acosando también a los automovilistas que las solicitan, ahora, pues, que un nuevo delito se perfila en el marco de nuestra sociedad de derechos, castigando -¿según qué leyes, las leyes sagradas, las leyes municipales, las leyes espesas?- el comercio sexual consentido entre personas adultas, ahora, precisamente ahora, la Casa de Campo alberga de lunes a miércoles un acto que está dejando la capa de ozono hecha un asco. En unas dependencias de la Audiencia Nacional habilitadas para juicios numerosos, la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, y el fiscal, Enrique Molina, representantes de una Ley en la que sí creemos y confiamos, intentan aplicar la justicia a los 56 miembros de las organizaciones del entorno de ETA investigadas en su día por el juez Garzón. A 56 presuntos cómplices de extorsiones, asesinatos, mutilaciones y hostigamiento civil perpetrado contra quienes no concuerdan con sus ideas radicalmente nacionalistas. El llamado macrojuicio o caso Ekin es saludable para nuestra higiene democrática, pero los acusados han traído a Madrid sus bombas. En este caso, menos mal, bombas fétidas sólo.

Leemos cada día las noticias de lo que allí sucede, contemplamos en televisión la bravura y firmeza de la presidenta Murillo frente a las caras despreocupadas, de inocentes excursionistas, de los acusados, pero el enrarecido ambiente que allí se respira lo ha descrito mejor un ciudadano que asiste todas las mañanas a la vista y ha hecho circular por Internet un mensaje desolador. Este hombre, de quien por la consabida prudencia (o salvaguarda), sólo daremos sus iniciales, F.B., pinta con gran viveza en su larga carta lo que allí ve desde el pasado lunes, cuando, respondiendo a una petición del Foro de Ermua, decidió acudir formando parte del público. Al acceder a las dependencias de la Casa de Campo, F. B. queda sorprendido de ver la cantidad de gente movilizada por el entorno abertzale: a los 56 juzgados se suman sus 12 abogados y una pequeña legión de ruidosos simpatizantes, que él calcula en más de setenta. Junto o cuando menos cerca de esa caterva están los magistrados, las fuerzas de seguridad desplegadas, y "cuatro pringaos", escribe F. B., contándose él mismo entre las únicas cinco personas que allí representan al otro lado, el lado civil de la sociedad no-violenta y el lado de las víctimas. "Me parece lamentable que de una población de cuatro millones de madrileños sólo cuatro, cuatro pringaos en realidad, hayamos acudido hoy para apoyar la acción de la justicia en un tema tan sangrante como éste, que no nos demos cuenta de que si la victoria judicial es importante, la victoria moral y la mediática son también vitales". Los animadores de los 56 sí se han dado cuenta, y por eso han venido a Madrid a bombardear los cielos de la ciudad con el alboroto, la suficiencia y el desplante a los jueces: cortinas de humo para esconder la mano que movió el odio.

"Tendríais que haberlos visto, mirándonos como a bichos raros, perdonándonos la vida (espero), riéndose de nosotros". Para contrarrestar, aunque sea testimonialmente, la chulería de esos acusados y sus amigos, F. B. nos convoca a acudir, también nosotros, a esas vistas judiciales, no sólo por hacer bulto frente al mogollón batasuno. Se trata, naturalmente, de afirmar que somos y que estamos, en efecto, convencidos de que éste es un proceso político, pues política viene de pólis, ciudad, y en el caso Ekin se juzga la criminal coacción a la pacífica convivencia de los ciudadanos.

La carta de F.B. termina con una anécdota aparentemente ligera. Terminada la sesión del juicio,al salir él y los cuatro pringaos a comer en uno de los restaurantes de la Casa de Campo, se dieron de bruces con otra realidad: la infanta Elena inauguraba en un pabellón cercano el Rastrillo humanitario que las clases altas madrileñas organizan con buena intención y cierta frecuencia para aliviar la suerte de los necesitados. Después del jaleo antidemocrático y supuestamente libertario que acababan de sufrir, los cuatro pringaos se veían rodeados de costosas mechas rubias, perfumes franceses, abrigos de piel hasta el suelo. Y ese contraste lleva a F. B. a preguntarse: "¿No habrá un término medio entre estar callado y tocar la trompeta?"




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jueves

Más de lo mismo

Madrid 1 de diciembre de 2005

Instrucciones

1.- Si no has recibido recientemente un correo mío con el asunto S.O.S., abre el archivo adjunto con el mismo nombre y luego pasa al punto 2 (...)

2.- Si te molesta, te incomoda, te aburre, o simplemente no te interesa leer más correos míos sobre este asunto, házmelo saber y te borraré inmediatamente de la lista de destinatarios, que no de la lista de amigos. Lo digo sinceramente, no me molesta en absoluto que os "deis de baja" de este grupo al que no habéis solicitado pertenecer, y no tengo intención de dar la lata a nadie con cosas que no le importan. Ya he recibido un correo de una persona pidiéndome que no le envíe más mensajes de este tipo, y sigo teniéndola exactamente en la misma consideración que antes. Así que no lo dudéis, enviarme un mensaje y no hace falta que sigáis leyendo.

3.- He recibido varios mensajes de amigos haciéndome saber que han puesto en circulación el correo anterior, e incluso he recibido mensajes al respecto de personas que no conozco de nada. He de admitir que me ha encantado, y os animo a que lo distribuyáis tanto como podáis, que para eso lo escribí. Sin embargo me enterado de que eso que decía en él de que el fiscal tenía una hija enferma de seis años es mentira, la niña sólo tiene seis meses. Como soy el maldito obsesivo que todos conocéis he corregido este error (y no pocas faltas de ortografía) y os adjunto el texto retocado en un documento de Word. Había pensado llamarlo S.O.S. (La versión del director) o S.O.S. Redux, pero al final se va a quedar como está. En cualquier caso os sigo animando a que reenviéis esta versión corregida a quien consideréis oportuno. Dejo a vuestro libre albedrío el que citéis la procedencia o no, adjuntéis mi dirección o no, etc.

4.- Uno de vosotros me ha preguntado si hay manera de hacer llegar al fiscal y/o a la presidenta de la sala un mensaje de aliento y agradecimiento. La hay, aunque por razones evidentes es una forma indirecta. Podéis enviar estos mensajes a sugerencias@macrojuicio.com y de hecho os animo a hacerlo. Aunque os parezca increíble estas dos admirables personas apenas reciben muestras de apoyo. Concretamente me han contado que tras el juicio de Jarrai unos particulares invitaron a comer al fiscal y esa fue la primera vez, y una de las últimas, en las que alguien mostró su gratitud con él. Las personas que gestionarán el tráfico de esos correos me han pedido que indiquéis claramente en ellos si autorizáis o no que se haga público, si queréis que figure vuestro nombre completo, solo el de pila, un seudónimo o nada.

5.- Preparaos porque pienso seguir enviando mensajes de estos siempre que pueda y tenga algo que contar. Debe ser la crisis de los 40, y tal vez por eso, como no encuentro a una veinteañera con quien fugarme, de repente me han entrado unas ganas terribles de hacer algo bien en mi vida. Ya se que vosotros, como amigos, pensáis que hay cosas que no hago mal, que debería estar orgulloso de haber empezado a estas alturas de mi vida una carrera como pianista que sin duda me llevará lejos, o que el haber ocupado este año un lugar destacado en la lista que la revista Women´s Pleasure publica con los mejores amantes del planeta (muy por encima de El Fary, el otro español seleccionado) debería bastar para satisfacer mi vanidad. Pero no, yo quiero hacer algo realmente importante, algo por lo que me recuerden las futuras generaciones, algo que me haga merecedor de una estatua ecuestre en algún parque público.

Yo, como Martin Luther King (ya digo que mi vanidad no tiene límites) también tengo un sueño. Sueño con que unos cuantos ciudadanos de a pie, cada uno de su padre y de su madre (bueno, hay algunos hermanos, pero no nos pongamos quisquillosos), con total independencia de partidos políticos y organizaciones similares, nos movilicemos y nos hagamos presentes, aunque sea de forma modesta, en un asunto de tanta trascendencia política y moral como éste. Si conseguimos que nuestra voz llegue a los medios, que quienes están en primera línea de la lucha por la dignidad y la justicia no se sientan solos, si conseguimos que durante el proceso un día, un solo día, nos reunamos tantas personas en la sala de la audiencia como para que los euskohooligans tengan que quedarse fuera, y los encausados sientan por un momento que están atrapados entre los jueces que tienen frente a ellos y los ciudadanos que a su espalda les cierran el camino de huida, si logramos eso... bueno, tal vez no pase nada, pero nos quedaremos muy a gusto.

Haced un favor a mi hipertrofiado ego y quitarme en esta tarea tanto protagonismo como podáis. Esta movilización no puede funcionar de forma jerárquica, sino en red, como Al-Quaeda (del enemigo, el consejo) Tomad vuestras propias iniciativas o hacedme todas las sugerencias que queráis. A efectos prácticos os informo de que la próxima semana no habrá juicio, y que éste se reanudará el lunes 12 por la tarde, a las 4:30 creo. Para más información os remito a la página oficial de apoyo al macrojuicio, página con evidentes deficiencias, pero indudablemente meritoria dados los ínfimos medios con que está elaborada. Seguro que no les vendría nada mal la ayuda de algún experto, y hay muchos entre vosotros. Si os animáis hacédmelo saber, o si lo preferís contactar con ellos directamente.

6.- No quiero dramatizar, pero tampoco banalizar los riesgos que supone significarse en algo así. Sin ir más lejos está mañana estaba a la puerta de la audiencia esperando para entrar, y mientras hablaba con el señor del sombrero que ya mencioné en el anterior correo, he visto claramente cómo el fotógrafo de Gara, el único presente he de decir con tristeza, nos tomaba unas instantáneas. Como a la salida no se acercó a ofrecernos las fotos a modo de entrañable recuerdo, deduzco que a estas horas mi retrato estará en alguna mesa de la redacción de dicho periódico, o en algún sitio peor, en lugar de en la pared del dormitorio de alguna adolescente que es donde le corresponde. Algunos de vosotros vivís en el País Vasco, otros sois personas con cierta proyección pública, probablemente inmerecida, y solo a vosotros, como al resto, os corresponde evaluar los posibles riesgos y actuar en consecuencia.


Ahora paso a reseñaros lo mas destacado del día.

La vista ha continuado con la misma tónica: los acusados se niegan a responder al ministerio fiscal, aunque sí lo hacen a las preguntas de la defensa (los que aún no han pasado de primero de euskera incluso lo hacen en español). Es curioso como algunas de las pruebas obtenidas son tan incuestionables en lo material, que la defensa y los acusados tienen que desvirtuarlas con procedimientos realmente chuscos. Por ejemplo: a un encausado le habían requisado en su casa documentos, unos manuscritos y otros mecanografiados, en los que se explicitaba la estrategia conjunta que debían seguir ETA y las organizaciones sujetas a investigación (la famosa "Alternativa KAS"), documentos que se han leído y que no dejan lugar a ninguna clase de duda sobre quién maneja los hilos de todas esas organizaciones. El abogado de la defensa pregunta entonces al acusado si reconoce la letra del manuscrito como suya, cosa que el otro niega, y luego le pregunta que cómo llegaron esos documentos a su casa. El acusado, con dos cojones, se encoge de hombros y dice que no se lo explica, que tal vez eran papeles de su hijo que estudia periodismo y debía estar haciendo algún trabajo... No quiero ni imaginarme qué excusa le pondrá este individuo a su mujer si algún día ella le descubre manchas de carmín en el cuello de la camisa, cosa harto improbable.

En otro momento, siendo interrogado el responsable de finanzas de una de esas empresas, el abogado dice que en las cuentas de dicha sociedad hay varias salidas de dinero sin justificación contable, y le pregunta que cómo explica eso. El acusado, que debía haber oído a su compañero antes y no quería dejarle en mal lugar, va y suelta que es que tenía un amigo que de vez en cuando le pedía dinero. Yo, al oír aquello, mire al abogado para ver la cara de terror que sin duda iba a poner al oír esa respuesta. Pero que va, debía ser la respuesta pactada, porque no puso cara de nada especial y siguió con sus preguntas, ninguna de las cuales fue quién era ese amigo, o si alguna vez el gorrón había devuelto a la empresa el dinero que el administrador le prestó sin ser suyo. Increíble. Como algunos de vosotros sabéis soy tesorero de una pequeña asociación y espero de sus miembros igual comprensión conmigo si alguna vez falta dinero, que yo también tengo amigos pedigüeños.

Durante la sesión he salido un momento de la sala, y estando sólo en el vestíbulo donde echamos los pitillos, ha entrado desde la calle un aprendiz de gudari a quien tal vez se le habían pegado las sábanas. No debía de ser muy listo, porque nada más verme se ha acercado a mi y con media sonrisa me ha saludado. Yo, como siempre, me he portado como un caballero y le he dado los buenos días, mientras pensaba que cómo podía confundir a alguien de mi porte con uno de los suyos. El muchacho entonces me pregunta que si yo también he venido como público, y cuando le digo que sí, me dice que si conozco a Julen. Entonces soy yo el que sonriendo de medio lado le digo que lo siento, pero que es que yo he venido por parte del novio. Al pobre se le ha quedado tal cara de no entender de qué demonios le estaba hablando, que me ha dado pena y he rebajado un poco la sutileza de mi respuesta. A ver -he continuado- que yo vengo a apoyar al equipo local, no al visitante. Una luz se ha encendido en su cabeza y ha empezado a recular mirándome con cierto terror, como si estuviera viendo a un fantasma, o más probablemente a un loco, al tiempo que decía Vale... no pasa nada... ¿no? Y yo le he tranquilizado respondiendo No, no pasa nada, pero no conozco a Julen.

De todas formas lo mejor de la jornada, con mucho, ha sido lo sucedido a la hora de comer. Hoy no había sesión por la tarde, por lo que me ido junto a tres de las chicas de nuestro grupo a Madrid. Una vez allí, dos de ellas se han ido a casa y la otra, la que decía que viene de Bilbao, me ha propuesto que comiéramos juntos (vale... he sido yo el que lo ha propuesto). Primero nos hemos acercado a su hotel (juro que no hemos pasado de la recepción), hotel no casualmente situado junto a un edificio publico plagado de policías. Luego nos hemos ido a una casa de comidas. Allí, al llegar a la mesa que nos han asignado, ha ocurrido lo que me imaginaba: me ha quitado el sitio que me pillaba más a mano diciendo que lo sentía, pero que ella tenía que sentarse allí porque no puede hacerlo de espaldas a la puerta... Acojonante.

Durante la comida hemos hablado largo y tendido, sobre todo ella, de la situación en el País Vasco y en España, sobre sus propias experiencias personales y las de su marido, un escritor muy significado en la defensa de la libertad, etc. Yo estaba absolutamente fascinado con aquel personaje, pensando que realmente no merecía, y lo digo en serio, compartir mesa y mantel con alguien como ella. Por momentos me imaginaba como aquel periodista pardillo de Sin perdón, un pobre mortal hablando con alguien de estatura mítica, alguien de la misma pasta de la que están hechos los héroes griegos, y a quien, sin embargo, la historia no recordará. En otros momentos la imaginaba con una boina en la cabeza y una baguette bajo el brazo, cual aguerrida combatiente de "la résistance". Pero cuando hablaba con admiración de su marido, el auténtico héroe para ella, era cuando la imagen era más nítida. Estábamos en Casablanca, ella era Ilsa Lazlo hablando de su marido Víctor, y yo era... bueno, yo con parecerme un poco a Renault voy que chuto.

En fin, que decía unas cosas verdaderamente emocionantes y lúcidas. Para muestra un botón: Fíjate -me decía- en que la mayoría de los jóvenes borrokas no son hijos de gente que durante la dictadura se significara políticamente de manera pública, ni mucho menos que fueran perseguidos o encarcelados.¿Qué clase de padres son esos que de jóvenes fueron incapaces de dar mínimamente la cara, pero que sin embargo luego se dedican a inculcar el odio en sus hijos hasta que consiguen que estos arruinen sus propias vidas? Escalofriante y revelador. Propongo a los expertos en psicoanálisis, que también son unos cuantos entre vosotros, que le den una vuelta al asunto.

En fin, termino por hoy. No os asustéis, ni debo ni puedo mantener este ritmo de escritos. No se qué me ha pasado, tal vez sea hormonal, pero llevo dos días con una enorme verborrea, también llamada ataque verbal por alguno. Eso sí, a Dios pongo por testigo de que no estoy tomando nada más que mis habituales copitas de vino con las comidas. Por cierto que por el momento este asunto, al menos a mi, ya me ha servido para algo: para darme cuenta de la enorme cantidad de amigos que tengo. Espero que esto no me haga perder ninguno.

Salud camaradas.


Paco

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lunes

S.O.S.

Madrid 28 de Noviembre de 2005

Saludos a todos

No os preocupéis, esta petición de auxilio no es porque me pase nada a mí en particular, aunque sí que está sucediendo algo que me parece muy grave. Como supongo que sabéis el pasado lunes se inició en Madrid el macrojuicio contra la "trama civil" de ETA, ese proceso, instruido por el juez Garzón, en el que se busca demostrar que los culpables del clima de terror y coacción que se vive desde hace años en el País Vasco, no son sólo quienes disparan a la nuca y ponen bombas, sino también quienes de forma absolutamente coordinada con ellos les alientan, les justifican, les informan, les financian, les dan cobertura política y mediática, etc, etc (...)

Creo que nadie en su sano juicio en este país, y en esto incluyo a los nacionalistas, puede creer que la prolongada ofensiva del terror etarra se ha sostenido durante todos estos años sin el apoyo real, efectivo y organizado de todo ese entramado "civil", "legal", o como queramos llamarlo. Creo que nadie en sus cabales puede suponer que los batasunos no tienen más información sobre las acciones de ETA que lo que publican los periódicos, de igual modo que sólo a alguien realmente ingenuo se le ocurriría pensar que las organizaciones políticas de la izquierda abertzale actúan de manera independiente de ETA. ¿A qué vienen si no esas reiteradas llamadas por parte de los políticos "demócratas", muy especialmente de los del PNV, a que Batasuna se independice de ETA? La respuesta es evidente: a qué todos, absolutamente todos, sabemos que Batasuna y alrededores no es independiente de ETA, sino una parte subordinada suya. Y donde mejor saben esto, qué duda cabe, es en la propia Batasuna.

En fin, que no voy a perder más tiempo argumentando algo de lo que, moralmente, todos tenemos certeza. El caso es que ahora ha llegado el momento de la verdad, de la verdad jurídica, esa verdad que en un estado de derecho no debería contradecir la verdad moral, sino refrendarla. Es mucho lo que nos estamos jugando. ¿Cómo va a sustentarse la poca credibilidad que ya tiene la justicia si una vez más la vemos incapaz de demostrar lo que a todas luces es cierto? ¿Quién se atreverá a confiar en los tribunales si de nuevo estos fallan en su deber de hacer justicia castigando a los criminales? ¿Con qué autoridad lucharemos por una justicia universal, de la que ningún asesino, ningún genocida escape, si somos incapaces de perseguir a nuestros propios criminales? Una sociedad con una justicia impotente, una sociedad sin fe en las instituciones democráticas de las que, después de mucha lucha, se ha dotado, es una sociedad con un pie en el fascismo, en cualquiera de sus variantes. Por eso creo que estamos ante un proceso crucial, una oportunidad, y me temo que una de las últimas, para recuperar en toda su dimensión palabras como ley, justicia, libertad, e igualdad. Todo eso, y sinceramente creo que no exagero, se está decidiendo ahora mismo en unas dependencias de la Casa de Campo.

Yo he acudido allí -respondiendo a una petición que me llegó del Foro de Ermua- tanto el lunes pasado, día de apertura de la vista oral, como hoy. Y lo que he visto no podría ser más desolador y más sintomático del momento en el que estamos. En la sala suele haber, además de los 56 imputados, unas cuatro o cinco docenas de batasunos entre el público, amén de los diez abogados o más que les defienden. En el otro lado hay únicamente un fiscal, un abogado de la acusación popular, y un puñado de ciudadanos mostrando su apoyo al proceso y su fe en la justicia. Hoy, la cifra de esos ciudadanos de bien que acuden como público, ascendía a la friolera de cinco personas: una vasca amenazada que se viene desde Bilbao para asistir al juicio, dos amas de casa madrileñas sin vinculación directa con el proceso, un jubilado que llevaba un sombrero en la cabeza y La Razón bajo el brazo, y el que esto os escribe. Me ha parecido la más descarnada radiografía del triste momento que atravesamos: un montón de psicópatas encantados de haber colaborado en los más horribles crímenes, envalentonados al comprobar que enfrente solo tienen a las debilitadas instituciones de un estado agónico, a las que apoyan únicamente un par de infelices, una potencial víctima del próximo atentado, y un nostálgico del antiguo régimen (y que me perdone el señor del sombrero porque tal vez le esté juzgando demasiado rápido). Espero que no se me malinterprete si digo que el único hombre que había allí, me refiero a hombre en edad de merecer, era yo, y me temo que no tengo media bofetada.

Pero afortunadamente esto no es del todo cierto, allí había otro hombre, y éste de los de verdad, aunque no estaba entre el público. Me refiero al fiscal, Enrique Molina. Según me han informado fuentes de toda solvencia, este señor no eligió estar allí, sino que simplemente le ha tocado interpretar el papel de héroe en esta historia, como en realidad les ocurrió a todos los héroes que en el mundo han sido. Y es, también él, un héroe solitario. La falta de medios y de apoyo con que cuenta es algo que no nos podríamos creer, y de hecho ha preparado y está llevando adelante la acusación prácticamente él solo. A pesar de ello, y contra todo pronóstico, está haciendo un magnífico trabajo, y hay muchas posibilidades de que consiga probar ante el tribunal las acusaciones que ha presentado, y que obtenga condenas para una buena parte de los encausados.

Todo ello, por supuesto, pagando el consabido precio de renunciar a su propia vida familiar, de vivir permanentemente escoltado, y permanente acosado por esos discípulos aventajados de Al Capone. Me han contado algo que creo que ilustra a la perfección la situación de este personaje. Coincidiendo con la apertura de la vista oral la semana pasada, la hija del fiscal, de seis meses, contrajo una neumonía y fue hospitalizada. El señor Molina siguió acudiendo a la sala de día, demostrando allí con sus preguntas -que los acusados por supuesto no contestaban- que tenía pruebas de su pertenencia y colaboración activa con ETA. Después se iba al hospital y pasaba allí la noche junto a su hija, rodeado de papeles, preparando la vista del día siguiente. O sea, que Elliot Ness era un mierda comparado con este tipo.

No quiero olvidarme tampoco de la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, que realmente esta demostrando estar a la altura de las circunstancias. La verdad es que hace falta tenerlos muy bien puestos (valga la expresión) para hacer callar a un acusado cuando éste, haciendo caso omiso de lo que le están preguntando, empieza con el consabido discurso victimista de los derechos del pueblo vasco y toda esa monserga. Y esta señora lo hace, y lo hace frente a cien tipos que estarían encantados de asesinarla. Es como aquello que decía el personaje de Jack Nicholson en Algunos hombres buenos: Yo desayuno a cincuenta metros de un centenar de cubanos entrenados para matarme. Solo que en este caso va en serio, no está a cincuenta metros, sino a tres, y fuera de la sala, en algún lugar, hay bastantes más que disponen de las armas y del instinto criminal para hacerlo. Esta señora tiene lo que hay que tener y se le nota en la cara: se le nota el miedo que tiene ante esa jauría, y se le nota el valor que encuentra, no se sabe dónde, para vencerlo.

En fin, todo este rollo para llegar a donde quería llegar. Me parece lamentable que de una población de cuatro millones de madrileños solo cuatro, cuatro pringaos en realidad, hayamos acudido hoy para apoyar la acción de la justicia en un tema tan sangrante como éste. Me parece increíble que no nos demos cuenta de que si la victoria judicial es importante, la victoria moral y mediática es también vital. Ellos lo saben perfectamente, y de hecho han anunciado -junto con el nacionalismo "democrático"- que van a convertir este juicio en un escaparate internacional de la persecución que sufre el pueblo vasco por motivos políticos.

Tendríais que haberlos visto, mirándonos como a bichos raros, perdonándonos la vida (espero), riéndose de nosotros. Pero son unos cobardes, como no han dejado de demostrar en toda su historia, y apostaría lo que fuera a que si allí, en vez de los cuatro mindundis que éramos, hubiera no ya cuatrocientas, sino simplemente cuarenta personas, agacharían la cabeza y desaparecería toda su arrogancia. Y por último me parece una vergüenza, un verdadero ultraje, que gentes como Daniel Portero, hijo del Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Andalucía, asesinado por ETA en 2000, se enfrenten prácticamente solos a la euskomafia, cosa que sucedió el lunes pasado durante el inicio del juicio, mientras los demás hacemos tranquilamente nuestras vidas.

Sois mi familia, mis amigos, mis compañeros, y por eso me atrevo a enviaros este mensaje pidiendo vuestro apoyo. Sois, la verdad, de lo más variadito. Cubrís un espectro francamente amplio en lo que se refiere a ideas políticas y morales, a preferencias estéticas y sexuales, a gustos, orígenes, edades y tamaños, a maneras de entender la vida. Pero os tengo, a todos sin excepción, por personas integras, y también por personas valientes. Por eso os pido que, si algún día durante los próximos seis meses encontráis un hueco en vuestras apretadas agendas, acudáis a la Casa de Campo, a eso de las 9:30 de la mañana, de lunes a miércoles, simplemente para hacer acto de presencia, y para demostrar así a todos que a los ciudadanos anónimos nos importa lo que allí está sucediendo. También os invito, si queréis, a correr la voz entre quienes consideréis oportuno. Si os da pereza escribir, extraer lo que os parezca adecuado de este mensaje, o reenviarlo tal cual, aprovechando que aún no me hecho con el copyright.

Por último, no quiero terminar este larguísimo panfleto sin contar algo que me ha parecido divertido. Hoy, cuando se ha interrumpido la vista para comer, hemos salido a la calle los cuatro pringaos ya referidos, y por aquello de no compartir mesa y mantel con la alegre muchachada abertzale, nos hemos dirigido a un lugar seguro donde reponer nuestra fuerzas. A menos de cien metros de allí, en otro pabellón del recinto ferial, se estaba celebrando uno de esos rastrillos benéficos que parecen sacados de una novela de Galdós, o de las páginas del Hola, tanto da en este caso. Antes de entrar nos hemos cruzado nada menos que con la infanta Elena, escoltada por otra señora y un único guardaespaldas. Salían como si tal cosa, absolutamente ignorantes de que esa muchedumbre que divisaban unos metros más allá estaba formada por lo mas granado de sus súbditos vascongados.

Yo ya me imaginaba la escena: habría un primer grito, con el que uno de aquellos simpáticos chicarrones, señalando con el dedo, advertiría a la manada de la presencia de tan inesperada y golosa presa. Seguirían unos segundos de confusión, seguidos del más estruendoso jolgorio entre la soldadesca abertzale. La infanta, no sé por qué digo esto, malinterpretaría este alboroto y seguiría caminando hacia la boca del lobo pensando que esa algarabía no era sino la espontánea expresión del fervor popular por la familia real. Para cuando se diera cuenta de su error sería tarde. A la dama de compañía le daría un soponcio, el guardaespaldas rogaría al cielo que aquello fuera una nueva edición de "Inocente, Inocente", y la infanta, la pobre infanta... Dios mío, aquello iba a ser como caer con la camiseta del Barça en el fondo sur del Santiago Bernabeu.

Pero nada de eso sucedió. La infanta y su sequito giraron a medio camino y nadie, excepto nosotros, fue consciente del increíble numerito que estuvo a punto de producirse. Dentro del rastrillo, para qué contaros. Pasar de estar inmersos en el entorno borroka a, de pronto, navegar entre un mar de mechas rubias, arrugas sepultadas bajo centímetros de maquillaje, abrigos de piel a mansalva, y perfumes asfixiantes fue, lo juro, muy duro. Todo ello además en un decorado de tabernas andaluzas de cartón piedra, con cantores incluidos, y decenas de retratos de Urbano Galindo colgando por las paredes. ¿No habrá un termino medio entre estar callado y tocar la trompeta? ¿Será esto a lo que se refieren con "La España Plural"?

Gracias y perdonad por una carta tan larga. Como decía Pascal, no tuve tiempo de escribir una más corta.


Paco

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