martes

ETA declara el fin del alto el fuego. Parece que definitivamente el actual proceso de paz ha muerto, aunque vaya usted a saber. Antes de escribir nada he esperado a ver qué decía el Presidente en la tele, pero como si nada, sigo sin tener ni idea de si piensa cambiar el rumbo o si va a seguir igual. Si al menos todo este desastre sirviera para que de una vez aprendiéramos unas pocas lecciones: (...)


1ª.- Frente a ETA no tenemos más opciones que la victoria o la rendición, entre otras cosas porque ellos mismos no contemplan otras alternativas frente a nosotros. La idea de que puede existir una fórmula para conseguir que abandonen las armas sin pagarles el precio que siempre han pedido es una fantasía. Las concesiones parciales que se les hagan siempre serán insuficientes, aunque las aceptaran y engañarán a quienes se las ofrezcan hasta que, una vez exprimidas al máximo sus ansias de paz, dejarán a los negociadores con el culo al aire y volverán a los asesinatos desde una posición más favorable que la que tenían al sentarse a hablar. Esto es exactamente lo que ha sucedido con el proceso de negociación del actual gobierno, y lo que sucederá con el próximo que lo intente.

2ª.- Si alguien cree que la lucha no merece la pena y que lo mejor es dar a los terroristas lo que nos piden para que nos dejen en paz, debería tener el valor de decirlo y ver qué parte de la ciudadanía le apoya, tal vez se lleve una sorpresa. Lógicamente esto no va a suceder, porque cuando alguien carece de valor para luchar contra los criminales, también carece de valor para admitir que es un cobarde. La victoria tampoco nos saldrá gratis, y su precio será el ya consabido de sangre, sudor y lágrimas. Cualquier persona carente del valor para aceptar esto y de la honestidad para hacérselo ver a los ciudadanos debería estar excluida de puestos de responsabilidad en esta lucha. Dicho de otra forma: Para hacer frente a ETA lo importante no es la cintura, sino algo que está un poquito más abajo.

3ª.- ETA es siempre la misma y mantiene una estrategia constante pensada para el largo plazo, y sólo si actuamos de la misma manera podremos derrotarles. Es decir, que de cara a ETA el gobierno de España tiene que ser siempre el mismo y mantener siempre la misma política antiterrorista, independientemente de quién sea el presidente en cada momento y de a qué partido pertenezca. De esta manera la derrota de ETA, que en cualquier caso sólo se producirá en el largo plazo, será el producto de una política consensuada por los dos partidos con posibilidades de gobernar, y resultará completamente irrelevante quién sea el inquilino de la Moncloa el día que la policía capture al último de los comandos. Los atajos, las genialidades, y las ocurrencias en política antiterrorista, así como la confianza en el carisma, la suerte y los ojitos azules de ningún individuo concreto son, en este sentido, absolutamente contraproducentes. Esta es una guerra que ganaremos todos o que perderemos todos, todo lo cual está perfectamente explicado en el pacto antiterrorista que jamás debió abandonarse.

4ª.- En contra de lo que creen algunos ingenuos el mundo no se divide entre buenos y malos, sino entre buenos, malos y estúpidos, que en sentido estricto no tienen por qué pertenecer a ninguna de las otras dos categorías. Con frecuencia los estúpidos adoptan la forma de tontos útiles (útiles para los malos, por supuesto) y entonces son muy, muy peligrosos. La única forma que tienen los buenos de sobrevivir es luchando contra los malos y guardándose de los estúpidos.


No tengo la más mínima esperanza de que estas lecciones se aprendan porque, como es bien sabido, lo último en derechos humanos es el derecho de los gobernantes a cometer los mismos errores que cometieron sus predecesores, eso sí, con la mejor voluntad del mundo porque “había que intentarlo”.

Y por último: No dejo de preguntarme dónde estaríamos ahora si durante estos tres años el gobierno, con la ayuda de la oposición, hubiera seguido con la estrategia de lucha sin cuartel contra ETA que tan buenos resultados había dado en los años anteriores. Sinceramente no creo que lo que estuviéramos viendo cerca fuera el fin de la violencia, lo que tendríamos al alcance de la mano sería la victoria.
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