miércoles

Copipastillas (13): Hace tiempo que leo los poemas satíricos de Monsieur de Sans-Foy tanto en su blog como en el foro de debate del Foro de Ermua, y aunque en general encuentro sus versillos -como él mismo humildemente los califica- francamente divertidos, el romance que hoy os traigo me parece simplemente genial (...)

La fotografía que acompaña estas copipastillas, y que es la misma que Sans-Foy utiliza en su blog, corresponde a la televisiva The Black Adder, una historical sitcom protagonizada por Rowan Atkinson (más conocido por su papel de Mr. Bean), serie de la que mis amigos británicos hablan maravillas. La imagen desde luego le viene de perlas al autor del Romance del Rey Don Rodríguez, pues muestra al señor Atkinson (a quienes muchos encuentran cierto parecido con nuestro presidente de gobierno) en oportuna pose e indumentaria histórico-paródica.

El parecido es, como todos los parecidos, discutible, aunque circula por ahí una fotografía de Zapatero en la que esa semejanza es tan extraordinaria que me he pasado un buen rato estudiándo la imagen no fuera a tratarse de otro fraude como el de Unai Romano. Pero no, la fotografía es auténtica, y lo que es peor: lo increíble del parecido con Mr. Bean (no con Atkinson) está mucho más en el gesto del presidente que en ningún rasgo fisonómico. Esa foto de la que hablo es una faena para Zapatero, lo sé, y si a cualquiera de nosotros nos hicieran tantas fotos como a él seguro que nos pillaban más de una vez con gestos tan poco favorecedores como ese. Por eso no voy a colgar esa foto, y tampoco lo voy a hacer porque como ya dije no utilizo ni la cara ni el nombre de nadie para criticarle puesto que son cosas –cara y nombre- que uno no ha elegido, pero...

Sí, aquí hay un pero importante, porque a veces uno sí ha elegido la cara que tiene y por ello sí podría utilizarla en su contra (V.G. Michael Jackson), y otras veces es el nombre el que ha sido elegido (Sara Montiel, The Edge, Renault) y por tanto y según mi particular libro de estilo me parece legítimo comentarlo. Zapatero no eligió su cara, pero yo diría que sí eligió su nombre, y lo hizo el día que escogió Zapatero Presidente (ZP) como lema de su campaña, en lugar de Rodríguez Presidente (RP), que hubiera sido mucho más exacto (aunque en mi opinión más exacto hubiera sido que su campaña se hubiera realizado bajo el lema RRPP).

Supongo que la explicación de este “cambio de nombre” habría que pedírsela a los expertos en publicidad y RRPP, pues solo en función de las exigencias del marketing se entiende que nuestro presidente se olvide de que su primer apellido es Rodríguez, máxime cuando es su abuelo Rodríguez el que una y otra vez invoca, mientras que del otro no dice ni mu. De hecho yo he intentado averiguar en la red algo de ese olvidado abuelo materno y solo he conseguido saber, y tras muchos esfuerzos, que se llamaba Faustino Zapatero Ballesteros, que era un conocido pediatra de Valladolid, y que al parecer era más bien franquista.

Esta memoria selectiva que tiene nuestro presidente para con sus apellidos y sobre todo para con su pasado familiar me parece un error, y un error muy grave además, que está siendo secundado por demasiada gente. Aquí van dos muestras del creciente absurdo al que no está llevando Rodríguez Zapatero y su famoso abuelo:

...Procede de una familia comprometida políticamente. Su abuelo (el capitán Lozano), fue fusilado en Puente Castro (León) en 1936... (elsocialista.es)

...Rodríguez Zapatero comparte la tragedia familiar de la guerra con su esposa Sonsoles Espinosa, cuyo abuelo materno, Gregorio Díaz murió en un accidente militar mientras servía en el bando franquista... (wikipedia)

¿Pero qué disparate es este? Según la lógica de El Socialista todos los españoles procedemos de familias comprometidas políticamente, cosa evidentemente falsa, y según la Wikipedia todos compartimos la tragedia familiar de la guerra, cosa rigurosamente cierta... como ya dijo Pero Grullo. ¿De verdad que ese hombre se cree alguien especial porque a uno de sus abuelos lo fusilaron en la guerra? ¿Qué pretende, que todos nos pongamos a hablar de nuestros familiares fusilados, paseados, o simplemente muertos a manos de uno u otro bando? Y lo que es más importante: ¿No podríamos dejar que esa maldita guerra pasara a la historia de una maldita vez, como ya casi habíamos conseguido?

En fin, que me alargo más de la cuenta como siempre. Aquí va un fragmento del Romance del Rey Don Rodríguez en el que sí se juega con los nombres de las personas pero, eso hay que reconocerlo, con gracia y acierto:

CAPÍTULO PRIMO:

Holgaba el rey don Rodríguez,
don Rodríguez Zapatero,

por las frondas de León

con sus fieles mesnaderos:

El Abad Pepiño el Blanco

-que es el su Palanganero-

y el morisco Rub-al-Qaaba,

otro que es de aquí te espero...



Podéis seguir leyéndolo aquí, y os aseguro que la continuación no desmerece de este prometedor principio.

Por último: En uno de sus diarios Andrés Trapiello, nacido Andrés García Trapiello, dio cuenta y razón de ese cambio de nombre que él también realizó pensando en el marketing y la publicidad. Lo leí hace tiempo y lo recuerdo como un texto excelente en el que reconoce su error por haber repudiado el sencillo y honrado García, que heredó de su padre, en favor de los inciertos beneficios que podría traerle el uso en solitario del apellido materno, también honrado y al parecer un poquito más “literario”. Me encantaría traer ese texto aquí, pero claro, como para buscarlo entre las miles de páginas de los diarios de A.T.

Del mismo modo creo que si el presidente se olvidara de su afán de pasar a la historia como Zapatero y se conformara con intentar salvar el presente como Rodríguez a todos nos iría mejor... y en ese todos desde luego le incluyo a él.


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