jueves

Copipastillas (9): Hoy os traigo un artículo de una de las figuras más destacadas de la résistance: Fernando Savater. Un tipo al que admiro por su valor, porque hace falta mucho valor para meterse en este fregado y ponerse en el punto de mira de terroristas y demás indeseables, siendo él, como se le nota que es, una persona con muchísimas ganas de vivir (...)

Con lo bien que estaría Don Fernando disfrutando tranquilamente de sus caballos, sus libros, sus películas, y lo que sea que le haga feliz, y va el tío y se pone a denunciar la falta de libertad en el País Vasco, y además tiene el morro de echar la culpa de esa falta de libertad a los nacionalistas, cuando está claro que la culpa la tienen los que como él, en lugar de callarse y mirar para otro lado, se dedican a hablar de lo que sucede a su alrededor. ¿No podía haber tomado ejemplo de esos otros intelectuales que se comprometen con lo que sucede a mil kilómetros de distancia, o con lo que sucedió en España hace 70 años, y guardan un respetuoso silencio sobre lo que les ocurre aquí y ahora a sus vecinos? ¿Es que no sabe que para hablar de determinadas cosas hace falta una prudente distancia para poder analizar todos los factores con una cierta perspectiva? ¿O que sobre determinados asuntos conviene mantener una sana equidistancia, y que el intelectual comprometido sólo debe significarse en causas de extrema gravedad, como el Prestige o la boda de la hija de Aznar?

Este tío es un provocador, y si no leer esto:

...Puede que sea por mi incurable materialismo, pero yo sólo creo en un arrepentimiento: el de quienes fracasan. Los que ganan, no se arrepienten nunca; los que pierden, casi siempre. Gitta Sereny, en El trauma alemán, ha mostrado convincentemente cómo el arrepentimiento les llegó a tantos nazis alemanes o austriacos tras la derrota de Hitler. Y los más acendrados defensores de la invasión de Irak empiezan a arrepentirse -quizá inoportunamente- de ella ahora que tan mal van las cosas. Cuando decimos a alguien "¡te arrepentirás!" no profetizamos un sentimiento de culpa, sino el aviso de que quien creyó imponerse con malas artes constatará que ha perdido...


Hay gente que tiene la suerte de que siempre, tanto cuando aciertan como cuando se equivocan, encuentran a alguien que les apoya. A otros, como es el caso de Savater, siempre les sobran gentes dispuestas a criticarles, sobre todo cuando llevan razón. Si queréis leer el artículo completo de este señor tan inoportuno aquí lo tenéis.

De toda formas la imagen del día, ese cartel de Bob le flambuer, no va por él, sino por mí. Me estoy dando cuenta de que en determinados asuntos, como es el caso de Unai Romano, tengo que actuar como un jugador de poker y no revelar mis cartas antes de tiempo, y hablar sólo cuando conviene hacerlo si es que quiero ganar la partida. Puede que incluso en algún momento tenga que tirarme un farol, y espero que lo entendáis y sepáis disculparme. Pero no os preocupéis, al final de la partida todas las cartas quedarán sobre la mesa y no cabrá la menor duda de quién tenía una buena mano y de quién guardaba más ases de los que hay en la baraja.

Por supuesto tengo una idea de quiénes están sentados a la mesa conmigo, aunque no nos hayamos visto nunca las caras. Y esa idea algo difusa de mis contrincantes se concretó un poco ayer cuando se me ocurrió ponerme a trastear con el contador de visitas que he instalado. Resulta que ese programa proporciona cierta información sobre cada uno de los visitantes de mi blog, y uno de los datos más interesantes que pude contrastar es la ubicación del servidor desde el que alguien accede a esta página. Por ello sé que tengo lectores en toda España, y también bastantes en el extranjero, muchos de ellos en Francia, concretamente en Bayona.... ¡Glups!

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