Copipastillas (3): Hace exactamente siete días encontré, gracias a un nuevo ciberamigo del que ya os hablaré, unos mensajes que una concejal anónima del País Vasco deja en uno de los muchos foros de internet. He dejado pasar este tiempo antes de traer aquí alguno de esos mensajes, más que nada para que se me pasara un poco el monumental cabreo que me cogí con ese pueblo vasco del que tan orgullosos están los nacionalistas (...)
Pero seamos justos, en realidad a todos nosotros, a todos los españoles, se nos debería caer la cara de vergüenza (aunque a unos más que a otros, es verdad) por haber consentido durante tanto tiempo situaciones como las que esta mujer describe, por haber mirado para otro lado mientras conciudadanos nuestros vivían rodeados de una mafia que recuerda, y mucho, a la que aparecía en La ley del silencio, por haber aceptado sin más que mientras nosotros vivimos en libertad, otros tienen que sobrevivir en una asfixiante atmósfera social de acoso y delación, verdaderamente próxima a la de la Alemania de los años treinta. Pero para terminar de ser justos, si bien es cierto que el clima moral en la sociedad vasca es un verdadero asco, también es cierto que si queremos encontrar gentes verdaderamente admirables en España, hoy por hoy tenemos que buscarlas en el País Vasco (y últimamente en Cataluña)
Éste es el relato que esa concejal hace de su diaria convivencia con sus vecinos. Tal vez Alex de la Iglesia se inspiró en un vecindario así para La comunidad, pero claro, quedaba mejor si situaba la acción de la película en Madrid e incluía entre los siniestros habitantes del edificio a unos cuantos fachas con bandera española, no fuera a ser que en su ciudad natal alguien se ofendiera o le tomara por lo que no es. Le propongo un título para su próxima película: La Komunidad II, regreso al hogar.
Pero bueno, no nos ensañemos con nuestros comprometidos cineastas y volvamos con la gente que realmente merece la pena. Después de leer el anterior mensaje de esa mujer, tenéis que leer este otro (de junio de 2004) para calibrar verdaderamente el peso moral del personaje.
Por gente así es por quien no podemos rendirnos.
Pero seamos justos, en realidad a todos nosotros, a todos los españoles, se nos debería caer la cara de vergüenza (aunque a unos más que a otros, es verdad) por haber consentido durante tanto tiempo situaciones como las que esta mujer describe, por haber mirado para otro lado mientras conciudadanos nuestros vivían rodeados de una mafia que recuerda, y mucho, a la que aparecía en La ley del silencio, por haber aceptado sin más que mientras nosotros vivimos en libertad, otros tienen que sobrevivir en una asfixiante atmósfera social de acoso y delación, verdaderamente próxima a la de la Alemania de los años treinta. Pero para terminar de ser justos, si bien es cierto que el clima moral en la sociedad vasca es un verdadero asco, también es cierto que si queremos encontrar gentes verdaderamente admirables en España, hoy por hoy tenemos que buscarlas en el País Vasco (y últimamente en Cataluña)
Éste es el relato que esa concejal hace de su diaria convivencia con sus vecinos. Tal vez Alex de la Iglesia se inspiró en un vecindario así para La comunidad, pero claro, quedaba mejor si situaba la acción de la película en Madrid e incluía entre los siniestros habitantes del edificio a unos cuantos fachas con bandera española, no fuera a ser que en su ciudad natal alguien se ofendiera o le tomara por lo que no es. Le propongo un título para su próxima película: La Komunidad II, regreso al hogar.
Pero bueno, no nos ensañemos con nuestros comprometidos cineastas y volvamos con la gente que realmente merece la pena. Después de leer el anterior mensaje de esa mujer, tenéis que leer este otro (de junio de 2004) para calibrar verdaderamente el peso moral del personaje.
Por gente así es por quien no podemos rendirnos.
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