sábado

Copipastillas (2): Fiel a mi promesa de actualizar este blog cada dos o tres días, aunque no sea con mi sudor sino con el de otros, hoy os traigo otro texto que he "robado" en el ciberespacio. Y como soy una suerte de Arsenio Lupin de la red, no he robado a un cualquiera, sino a un peso pesado de las filas constitucionalistas: Iñaki Ezquerra. Este señor no solo ha escrito algunas de las páginas más lúcidas sobre el problema vasco, sino que mantiene una trayectoria de activismo cívico a pie de calle que muy pocos intelectuales, tal vez ninguno, puede igualar. A pesar de la presión diaria a la que se ve sometido, inimaginable para la mayoria de nosotros, sigue viviendo y trabajando en Bilbao, y por si esto fuera poco siempre que puede se pone a la vanguardia de la resistencia callejera contra el terror, como hizo este jueves junto a un puñado de valientes acudiendo al ayuntamiento de Azcoitia para apoyar a la concejal Pilar Elias, víctima una vez más de los ataques del frente nacionalista (...)


Este texto no se parece en casi nada al que el otro día os recomendé de Boadella. Sí aquél era breve, éste es largo; si el catalán hacía un relato tragicómico de sus experiencias, el vasco elabora una reflexión seria y profunda cercana al ensayo; donde el otro denunciaba, éste propone. Dos caras de una misma moneda, y como decía el Eclesiastés (y The Byrds) Hay un tiempo para cada cosa. Aquí va un fragmento de Los Valores del Autonomismo de Iñaki Ezquerra:

...A menudo confundimos autonomismo con nacionalismo porque, durante la Transición, los que no éramos nacionalistas decidimos con la mejor disposición dejar a los nacionalistas que capitanearan la reivindicación autonómica ya que nos parecía que en cierto modo tenían derecho a ello desde el momento en que para éstos la autonomía era como una religión. Fue un error precisamente por ese carácter religioso y mucho más que ideológico que ellos han dado al fenómeno del autogobierno. Para los nacionalistas los verdaderos valores son la nación, la patria, la etnia, el pueblo, la tribu, la lengua…, entes abstractos que están por encima del individuo, del ciudadano, del ser humano pequeño y concreto. Quienes no somos nacionalistas también creíamos, como ellos, desde antes de la muerte de Franco que la descentralización era una asignatura pendiente en España. Pero permitimos que nuestro discurso autonomista, con sus valores laicos y modernos, ilustrados, solidarios y constitucionales, quedara secuestrado por el discurso del nacionalismo. Y ahora que el nacionalismo desprecia el autonomismo porque persigue la nación plena, ahora que los nacionalistas quieren aplicar ese 155 que es el plan Ibarretxe u otra versión encubierta de éste, ha llegado el momento de formular y reivindicar ese discurso autonomista que no supimos sacar a la luz hace treinta años. O, mejor dicho, no es que ahora sea el momento, sino que no podemos esperar por más tiempo a hacer emerger nuestro discurso durante tantos años aplazado, desactivado, adormecido y silenciado...

El artículo completo lo encontraréis en la página 35 del número 7 de la revista Papeles de Ermua, que podéis descargar completo en PDF en este enlace.

Un ciberconsejo: es un archivo bastante grande, y si lo intentáis manejar según os aparece al hacer click podéis tener dificultades (al menos yo las he tenido). Guardar una copia en vuestro ordenador y utilizar esa copia para leerlo, así os funcionará mucho mejor.

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